



En la ciudad de Buenos Aires aún existen bares en los que el tiempo parece haberse detenido. Forman parte de la vivienda del dueño o del encargado del local, quienes imponen un clima particular al lugar de acuerdo con su personalidad. En esta interacción de lo privado y lo público el bar viene a ser como un living del dueño y los parroquianos. Algunos son el reino de los sándwiches de salame y en otros se sirve comida preparada por el dueño y su familia, que abren el bar en horarios a su gusto y lo atienden ellos mismos.
La Flor de Barracas. Suárez y Arcamendia.
La Casaquinta. Bulnes y Perón.