



Este libro presenta aquellos jardines que, según el criterio de la autora en ese momento, se prestaban a una lectura expresiva del espíritu que los concibió y los habitaba. No se privilegió el tamaño, la ubicación ni el diseño, sino la vitalidad que cada jardín es capaz de manifestar en equilibrio con su entorno.
La introducción a cargo del paisajista Carlos J. Thays esclarece acertadamente las diferencias entre un parque y un jardín.
Sobre la barranca se dibujan los laberintos.
Primer plano de la pileta circular. Al fondo, la antigua torre.
Camino de acceso a la casa.
En la galería, las plantas tropicales que crecen contra la baranda forman una cortina vegetal que aporta sombra y frescura.
Las flores azules de la ceratostigma enana asoman entre los escalones que conducen al jardín más grande, donde se destaca el colorido de las lagerstroemias.
El mirador avanza sobre los semicírculos de boj, azaleas y hemerocalis.